Doña Segunda
PIQUETEADERO

Esta historia empezó hace más de cuatro décadas, cuando Doña Segunda Fonseca, dejó Socotá, Boyacá, a los veinticinco años, con tres niños tomados de sus manos y uno más en el vientre. Vino a la capital en busca de mejores oportunidades debido a los malos tratos de su esposo, con quien su madre la obligó a casarse siendo una niña, asumió el reto de sacar adelante su familia en Bogotá. Empezó con una pequeña carnicería ubicada en en la esquina nororiental de la plaza del 12 de Octubre y desde entonces no ha parado de trabajar.
Doña Segunda, hoy tiene 84 años, recuerda que hace 40 años la Plaza del Doce de Octubre era un potrero encerrado por alambres de púa al que llegaban muchos campesinos de la Sabana a vender sus productos.
Hoy las cosas son diferentes. Segunda tiene una carnicería, un piqueteadero y una casa. La receta de sus famosas rellenas solo la tienen sus hijas. Con ella trabajan doce empleados y seis hijos, que también viven del negocio.
A las 3:00 p.m. va a descansar a su casa, en el barrio Bonanza, la que también consiguió a punta de fritanga.
Entrevista a Doña Segunda
Al principio cuenta entre lágrimas que le tocaba dejar a los niños con llave en el cuarto donde vivían. Salía a las 3 de la mañana a comprar los marranos y corderos. Los mataba y vendía la carne en la plaza, donde pagaba 15 centavos de arriendo.
Después comenzó con la venta de rellena. Se paraba junto a la virgen que hoy todavía está en el centro de la plaza, con una ollita y la ofrecía a los que pasaban.
Fachada de Doña Segunda










DISTRIBUCIÓN
de la marca
Desde las 7:00 a.m., cuatro pailas son puestas en el fuego. Allí se fríe la carne, la papa criolla, el buche, la morcilla y los demás componentes del tradicional piquete santafereño.
Parte de esta producción va a quince piqueteaderos más de de la ciudad, y otra es vendida en el transcurso del día a cerca de quinientos clientes que llegan a diario a este lugar. Cifra que en los fines de semana se triplica.







